Escucha
de la Palabra de Dios
La experiencia fundamental
del peregrino debe ser la de escuchar, porque “de Jerusalén surgirá la Palabra
del Señor” (Is 2,3).
Tierra Santa es, sin lugar a
dudas, parte integrante de la comprensión de la Palabra histórica de Dios, que
ha fijado su tienda en Jacob y ha tomado la herencia de Israel, que se ha
establecido en Sión y ha puesto sus raíces en medio un pueblo glorioso, en la
porción del Señor, en Jerusalén; que se convierte en carne hebrea en Jesús, el
Mesías y se ha hecho Evangelio destinado a extenderse hasta los más lejanos
confines de la tierra, “comenzando por Jerusalén” (Hech 1,8).
Todas las regiones de Tierra
Santa, en especial Jerusalén, son “la geografía de la salvación”, donde
Dios a través de su Hijo Jesús realizó “la historia de la salvación”. Tierra
Santa es, según la expresión de Renan, el “Quinto Evangelio”.
En Tierra Santa el peregrino
se encuentra en una situación privilegiada para escuchar la Palabra de Dios, en
los Lugares en que ha resonado: ellos son “la escuela donde se es iniciado a
comprender la vida de Jesús, es decir la escuela del Evangelio”, decía Pablo
VI, ya que permiten “al cristiano ponerse en contacto directo con el ambiente,
en el cual “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14)”.
En Tierra Santa el Evangelio
suena de otra manera. Los antiguos y modernos peregrinos están en sintonía con
las hermosas palabras del “peregrino ruso”: “por gracia de Dios soy hombre y
cristiano, por mis obras un gran pecador, por condición un peregrino sin techo
de la condición más humilde, que va errando de lugar en lugar. Mis bienes son
una mochila en la espalda con un poco de pan seco y una sagrada Biblia que
llevo bajo la camisa. No tengo nada más” (Diario de un peregrino ruso).
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