Un
niño abordó un avión para viajar a Nueva York, llamando la atención de todos,
sube al avión con boleto en mano, busca su asiento y se sentó al lado mío. Se
veía un niño educado, seguro e inteligente. Me miró, sonrió, sacó un libro y
comenzó a dibujar, pintar y colorear. A pesar de su corta edad, unos 8 años, no
presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión.
El
vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De momento una
sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero el niño mantuvo su calma y
serenidad en todo momento ¿Cómo lo hacía? ¿Por qué su calma? Hasta que una
mujer frenética le preguntó; “Niño: ¿no tienes miedo? "No señora”,
contestó el niño y mirando su libro de pintar le dice: ”Mi padre es el piloto”.
A lo largo del camino nos vamos a encontrar con sucesos que nos sacudan como en
una turbulencia. Habrá momentos en los que no veremos el terreno sólido y
nuestros pies no pisarán lugar seguro. No veremos dónde sostenernos, estaremos
inseguros. En esos tiempos hay que recordar que nuestro PADRE es el piloto.
A
pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en el creador. Así
que la próxima vez que llegue una tormenta a tu vida o si en este momento estás
pasando por una, alza tu mirada al cielo, CONFÍA y di para ti mismo: ¡Mi PADRE
es el piloto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.