La página del
evangelio de san Lucas, que se proclama en este tercer domingo de Cuaresma,
refiere el comentario de Jesús sobre dos hechos. El primero: la revuelta de algunos galileos, que Pilato reprimió de
modo sangriento; el segundo, el
desplome de una torre en Jerusalén, que causó dieciocho víctimas. Dos
acontecimientos trágicos muy diversos: uno, causado por el hombre; el otro,
accidental.
Según la mentalidad
del tiempo, la gente pensaba que la desgracia se había abatido sobre las
víctimas a causa de alguna culpa grave que habían cometido. Jesús, en cambio,
dice: “¿piensan que estos galileos eran más pecadores que todos los demás
galileos?... O aquellos dieciocho, ¿piensan que eran más culpables que los
demás hombres que habitaban en Jerusalén?”. En ambos casos, concluye: “No, les
aseguro; que si no se conviertan, todos perecerán del mismo modo”.
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