Con nuestra madre de la tierra no nos
conformamos con conocerla y saber que nos quiere y se preocupa de nosotros; el
buen hijo es el que corresponde a ese amor y lo demuestra con obras: tiene con
ella detalles de cariño, le obedece en seguida, le ayuda, hace las cosas que le
gustan y evita las que le disgustan, etc.
Con nuestra Madre del cielo pasa lo
mismo. Después de conocerla muy bien, hemos de quererla con obras. Y
demostramos con obras que queremos a la Virgen , si nos comportamos como a Ella le gusta y
vivimos alguna devoción mariana. En el último tema de este libro se pueden encontrar
las principales devociones marianas.
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