Jesús, en la última Cena, se
hizo PAN. Cuando hablamos de pan todos entendemos que es un alimento que nos
sustenta y nos fortalece. Jesús quiso ser eso para nosotros: un alimento, más
bien espiritual que físico, pero que nos hiciera más fuertes por dentro. ¿Cómo?
Pues transmitiéndonos, cuando comulgamos, todos los valores que Él vivió y
enseño a sus discípulos. Comulgando de ese pan aprendemos a ser como fue Jesús.
Jesús también se hizo VINO. Y el vino expresa fiesta, alegría… Brindamos en los grandes momentos de
nuestra vida. El vino es religioso porque con el Jesús quiso expresar que la
vida, la fiesta y la alegría son la mejor manera de expresar nuestra religión.
Sí. Es alimento que
fortalece y quita los pecados, dice santo Tomás de Aquino. Pero no es alimento
que nos asimilemos a nosotros y lo hagamos como el alimento corporal, sino al
contrario es un alimento que nos asimila y nos mete en la corriente sanguínea
del mismo Dios.
Sacar el Cuerpo de Cristo a
la calle indica una fe muy grande en Jesús, en que Él nos puede y nos quiere
ayudar a vivir más felices. Al igual que el pan se transforma, por la fuerza
del Espíritu Santo, en el Cuerpo de Cristo, al sacarlo a la calle los
cristianos, también con la fuerza del Espíritu, tenemos la tarea de transformar
a ese Cristo en pan para los más necesitados.
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