Por nuestro bien, recemos |
Había una señora muy sencilla que vendía verduras en
los barrios. como era conocida por todos, fue a vender sus verduras a casa de
un protestante y perdió su Rosario en el jardín de la casa.
Pasados algunos días, volvió nuevamente a aquella casa
a fin de ver si encontraba ahí su querido Rosario. El protestante la vio y le
dijo en tono sarcástico: ¿Has perdido a tu Dios?
Ella humildemente respondió: ¿Yo, perder a mi Dios? ¡Nunca!. El protestante tomó el Rosario y dijo: ¿Este no es tu Dios? A lo que ella respondió: “Gracias a Dios que encontró mi Rosario. Muchas gracias”.
Ella humildemente respondió: ¿Yo, perder a mi Dios? ¡Nunca!. El protestante tomó el Rosario y dijo: ¿Este no es tu Dios? A lo que ella respondió: “Gracias a Dios que encontró mi Rosario. Muchas gracias”.
Y él le dijo: ¿Por
qué no cambias esa cadena de semillas baratas por la Biblia? A lo que ella le dijo:
Porque la Biblia no la sé leer, y con el Rosario yo medito toda la Palabra de Dios y la guardo en mi corazón.
Él le pregunta: ¿Medita la palabra de Dios? ¿Cómo es
eso? ¿Me lo puede explicar? Primero, tomo la cruz, y recuerdo que el Hijo de Dios
dio toda su sangre clavado en una cruz para salvar a la humanidad.
Esta primera cuenta gruesa, me recuerda que hay un
Dios Todopoderoso. Estas tres cuentas pequeñas representan las Tres Personas de
la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Esta otra cuenta
gruesa me recuerda la oración que el mismo Jesús, nuestro Señor, nos enseñó: el
Padre Nuestro.
El Rosario tiene
5 misterios que me recuerdan las 5 llagas de Jesucristo clavado en la cruz, y
en cada misterio rezamos 10 Ave-Marías,
que me recuerdan los Diez Mandamientos
que Dios mismo entregó a Moisés.
De mañana, cuando me levanto para iniciar la lucha del
día rezo los gozosos, pensando en los pobres y en la sencilla y humilde vida de
Jesús, María y José.
Al mediodía, en medio de mi gran cansancio, mi fatiga
por el trabajo, pensando en lo que me falta
para terminar el día y poder descansar, rezo los misterios dolorosos, que me
recuerdan la dura caminata de mi Señor
Jesucristo hacia el Calvario, con tanto dolor y tanto cansancio.
Cuando llega el fin del día, con los retos superados y
las metas cumplidas, rezo los misterios gloriosos, que me recuerdan que Jesús
venció a la muerte por amor, para traer la salvación a toda la humanidad. Ahora,
dígame usted, ¿Dónde está la idolatría?
El protestante, después de escuchar todo esto,
simplemente dijo: “Yo no sabía todo eso. ¡Por favor, enséñame a rezar el
Rosario!”.
Santa María, ruega por nosotros |
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