domingo, 12 de mayo de 2013

RECEMOS EL ROSARIO TODOS LOS DÍAS

Por nuestro bien, recemos 

Había una señora muy sencilla que vendía verduras en los barrios. como era conocida por todos, fue a vender sus verduras a casa de un protestante y perdió su Rosario en el jardín de  la casa.

Pasados algunos días, volvió nuevamente a aquella casa a fin de ver si encontraba ahí su querido Rosario. El protestante la vio y le dijo en tono sarcástico: ¿Has perdido a tu Dios?

Ella humildemente respondió: ¿Yo, perder a mi Dios? ¡Nunca!. El protestante tomó el Rosario y dijo: ¿Este no es tu Dios? A lo que ella respondió: “Gracias a Dios que encontró mi Rosario. Muchas gracias”.

Y él le dijo: ¿Por qué no cambias esa cadena de semillas baratas por la Biblia? A lo que ella le dijo: Porque la Biblia no la sé leer, y con el Rosario yo medito toda  la Palabra de Dios y la guardo en mi corazón.

Él le pregunta: ¿Medita la palabra de Dios? ¿Cómo es eso? ¿Me lo puede explicar? Primero,  tomo la cruz, y recuerdo que el Hijo de Dios dio toda su sangre clavado en una cruz para salvar a la humanidad.

Esta primera cuenta gruesa, me recuerda que hay un Dios Todopoderoso. Estas tres cuentas pequeñas representan las Tres Personas de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Esta otra cuenta gruesa me recuerda la oración que el mismo Jesús, nuestro Señor, nos enseñó: el Padre Nuestro.

El Rosario tiene 5 misterios que me recuerdan las 5 llagas de Jesucristo clavado en la cruz, y en cada misterio rezamos 10  Ave-Marías, que me recuerdan  los Diez Mandamientos que Dios mismo entregó a Moisés.

De mañana, cuando me levanto para iniciar la lucha del día rezo los gozosos, pensando en los pobres y en la sencilla y humilde vida de Jesús, María y José.

Al mediodía, en medio de mi gran cansancio, mi fatiga por el trabajo,  pensando en lo que me falta para terminar el día y poder descansar, rezo los misterios dolorosos, que me recuerdan la dura caminata de mi  Señor Jesucristo hacia el Calvario, con tanto dolor y tanto cansancio.

Cuando llega el fin del día, con los retos superados y las metas cumplidas, rezo los misterios gloriosos, que me recuerdan que Jesús venció a la muerte por amor, para traer la salvación a toda la humanidad. Ahora, dígame usted, ¿Dónde está la idolatría?

El protestante, después de escuchar todo esto, simplemente dijo: “Yo no sabía todo eso. ¡Por favor, enséñame a rezar el Rosario!”.

Santa María, ruega por nosotros

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