«No me lo explico. No se
puede ser positivo siempre, sin interrupción. ¿Cómo lo haces?».
Jerry me contestó: «Cada
mañana me levanto y me digo, tengo dos opciones, puedo elegir estar de buen
humor o de mal humor. Y siempre elijo estar de buen humor. Cada vez que ocurre
algo malo, puedo elegir entre el papel de víctima o el de aprender algo de
aquello. Y procuro elegir lo de aprender algo. Cada vez que le oigo a alguien
quejarse, puedo elegir entre sumarme a sus lamentos o fijarme en el lado
positivo de la vida, y siempre escojo el lado positivo de la vida.»
«Pero no siempre es tan
fácil», protesté. «Tampoco es tan difícil», contestó Jerry. «La vida es una
elección constante. Cada situación es una elección. Eliges cómo reaccionar ante
las situaciones. Eliges cómo va a afectar la gente a tu humor. Eliges estar de
bien o de mal humor. Es elección tuya decidir cómo vives tu vida.»
Tiempo después, Jerry fue
víctima de un atraco. Había olvidado cerrar con llave la puerta trasera del
restaurante mientras hacía el balance de caja del día, y entraron dos hombres
armados. Trató de abrir la caja fuerte, pero con el nerviosismo fallaba la
combinación. Los atracadores se pusieron más nerviosos aún que él, y acabaron
por dispararle. Afortunadamente, le llevaron enseguida al hospital, y después
de una larga operación y varias semanas de convalecencia, Jerry recibió el
alta.
Vi a Jerry unos meses
después. Le pregunté qué le había venido a la mente cuando ocurrió el atraco.
«La primera cosa en que pensé es que debía haber cerrado bien la puerta. Luego,
después de que me disparasen, cuando estaba tendido en el suelo, recordé que
tenía dos opciones: podía elegir vivir, o podía elegir morir. Y escogí vivir.»
«Los camilleros eran unos
tíos simpáticos. Me animaban. Me decían que me iba a poner bien. Pero cuando me
metieron en la sala de urgencias y vi las caras de los médicos y enfermeras,
mientras me exploraban, me asusté realmente. En sus ojos se leía "es
hombre muerto". Entonces vi que tenía que pasar a la acción.»
«¿Qué hiciste?», pregunté.
«Bueno, había una enfermera que me preguntaba a gritos si era alérgico a algo.
"¡Sí!", le contesté. Se hizo un silencio grande. Esperaban que
continuara. Yo cogí aire y dije: "Sí, tengo alergia... ¡a las
balas!". Después de las risas de todos, les dije: "Quiero vivir. Así
que, por favor, opérenme cuanto antes".»
Jerry piensa que vivió
gracias a los médicos y enfermeras, pero también gracias a su actitud. Yo
aprendí de él que cada día puedes elegir si vas a encarar la vida con ganas o
te vas a amargar. La única cosa enteramente tuya, que nadie puede controlar o
asumir en tu lugar, es tu actitud. De modo que si tú te das cuenta de esto,
todo lo demás de la vida se hace bastante más fácil.