Sicómoro |
El hecho que hemos escuchado en el evangelio ilustra la misericordia de Dios
ante la conversión del pecador. Zaqueo es un hijo de Abrahám que, sin embargo, parece
que no vivía las condiciones de la Alianza. Pero Jesús ha venido a salvar también
a los descarriados: «Buscaré a la oveja perdida, tomaré a la descarriada, curaré
a la herida y sanaré a la enferma». Por eso, ante la curiosidad de Zaqueo, Jesús
responde llamándole por su nombre y aceptándole junto a Él. El resultado de ese
encuentro con Cristo es la alegría y la salvación.
Muchas enseñanzas podemos sacar de este ejemplo: En primer lugar, el Señor
nos busca a pesar de nuestra condición. Zaqueo pertenecía al oficio de los publicanos,
recaudadores de impuestos para la hacienda romana; por esto, y porque abusaban en
su función, eran odiados por el pueblo.
Después vemos la actitud de Zaqueo
«se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro» así debe ser también queridos
hermanos y hermanas nuestra búsqueda de Dios: sin falsa vergüenza ni miedo al qué
dirán. Por eso dice San José María. Convéncete de que el ridículo no existe para
quien hace lo mejor.
Al final, su correspondencia a la gracia. El devolver lo que hemos
hecho. A eso lo llamamos conversión.
Dios no excluye a nadie, ni a pobres y ni a ricos. Dios no se deja
condicionar por nuestros prejuicios humanos, sino que ve en cada uno un alma
que hay que salvar, y le atraen especialmente aquellas almas que son
consideradas perdidas. Dios, ha demostrado esta inmensa misericordia, que no le
quita nada a la gravedad del pecado, sino que busca siempre salvar al pecador,
ofrecerle la posibilidad de rescate, de volver a comenzar, de convertirse.
En otro pasaje del Evangelio, Jesús afirma que es muy difícil para un
rico entrar en el Reino de los. En el caso de Zaqueo, vemos precisamente que lo
que parece imposible se realiza: Dice San Jerónimo “Él entregó su riqueza e
inmediatamente quedó sustituida por la riqueza del Reino de los cielos”,
Y san Máximo de Turín añade: “Las riquezas son un alimento para los
necios para la deshonestidad; sin embargo, para los sabios son una ayuda para
la virtud.
Queridos hermanos ¡Zaqueo acogió Jesús y convirtió, Jesús había sido el
primero en acogerle! No le había condenado, sino que le había respondido a su
deseo de salvación.
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