sábado, 2 de noviembre de 2013

ACOGER LA GRACIA DE DIOS

Sicómoro

El hecho que hemos escuchado en el evangelio ilustra la misericordia de Dios ante la conversión del pecador. Zaqueo es un hijo de Abrahám que, sin embargo, parece que no vivía las condiciones de la Alianza. Pero Jesús ha venido a salvar también a los descarriados: «Buscaré a la oveja perdida, tomaré a la descarriada, curaré a la herida y sanaré a la enferma». Por eso, ante la curiosidad de Zaqueo, Jesús responde llamándole por su nombre y aceptándole junto a Él. El resultado de ese encuentro con Cristo es la alegría  y la salvación.
Muchas enseñanzas podemos sacar de este ejemplo: En primer lugar, el Señor nos busca a pesar de nuestra condición. Zaqueo pertenecía al oficio de los publicanos, recaudadores de impuestos para la hacienda romana; por esto, y porque abusaban en su función, eran odiados por el pueblo.
Después vemos la actitud de Zaqueo «se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro» así debe ser también queridos hermanos y hermanas nuestra búsqueda de Dios: sin falsa vergüenza ni miedo al qué dirán. Por eso dice San José María. Convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor.
Al final, su correspondencia a la gracia. El devolver lo que hemos hecho. A eso lo llamamos conversión.
Dios no excluye a nadie, ni a pobres y ni a ricos. Dios no se deja condicionar por nuestros prejuicios humanos, sino que ve en cada uno un alma que hay que salvar, y le atraen especialmente aquellas almas que son consideradas perdidas. Dios, ha demostrado esta inmensa misericordia, que no le quita nada a la gravedad del pecado, sino que busca siempre salvar al pecador, ofrecerle la posibilidad de rescate, de volver a comenzar, de convertirse.
En otro pasaje del Evangelio, Jesús afirma que es muy difícil para un rico entrar en el Reino de los. En el caso de Zaqueo, vemos precisamente que lo que parece imposible se realiza: Dice San Jerónimo “Él entregó su riqueza e inmediatamente quedó sustituida por la riqueza del Reino de los cielos”, Y san Máximo de Turín añade: “Las riquezas son un alimento para los necios para la deshonestidad; sin embargo, para los sabios son una ayuda para la virtud.

Queridos hermanos ¡Zaqueo acogió Jesús y convirtió, Jesús había sido el primero en acogerle! No le había condenado, sino que le había respondido a su deseo de salvación. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.