La presunción. Es
un pecado contra la virtud de la esperanza, que el Catecismo de la Iglesia (n.
2092) define de la siguiente manera: “Hay dos clases de presunción. O bien el
hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo
alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas,
(esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito)”.
Además surge otro
inconveniente: la asistencia a Misa dominical no es un opcional de la vida
cristiana. El Catecismo de la Iglesia Católica señala que “la Iglesia obliga a
los fieles a participar los domingos y días de fiesta en la divina liturgia
(...) (y) recomienda vivamente a los fieles recibir la santa Eucaristía los
domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los
días” (n. 1389). Es decir, es de las cosas que determinan la identidad
cristiana.
Lo mismo ocurre con
los preceptos morales: no son simples consejos, sino que hacen a la fidelidad
fundamental a Cristo. Ante semejante planteo, surgen muchas preguntas que no
encuentran respuesta:
¿Por qué la Iglesia
enseña que faltar a Misa sin causa grave, sea un pecado mortal? ¿Exagera?
¿Quiere asustar? ¿Me hace bien el no ir a Misa? ¿Pierdo algo si no voy? ¿Hace
algún daño a mi alma dejar voluntariamente la Misa? Y no es cuestión de que
Dios me vaya a castigar... es cuestión de que no puedo vivir sin Él.
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