martes, 15 de abril de 2014

MINISTRO DEL SACRAMENTO DE LA UNCION DE LOS ENFERMOS

Ungiendo

Después de terminar la jornada de confesiones en las parroquias, hemos dedicado tiempo a los enfermos, ellos también están necesitados de recibir la reconciliación con Dios, por enfermedad o vejez ya no pueden buscar al Señor, nos toca a nosotros ir al encuentro de nuestros hermanos. Explicaremos un poco la importancia de este sacramento en nuestra vida.

"Todo sacerdote, y sólo él, administra válidamente la unción de los enfermos" (CIC, c. 1003).

Consta así tanto por las palabras de la Epístola de Santiago, como por las definiciones que citan e interpretan este texto de los Concilios de Florencia (Dz. 700) y de Trento (Dz. 910 y 919).

Ordinariamente son los sacerdotes con cura de almas quienes tienen la obligación y el derecho de administrarlo a los fieles que tienen encomendados.

Sin embargo, por una causa razonable cualquier otro sacerdote puede dar la unción, con el consentimiento al menos presunto del sacerdote que tiene la cura de esa alma. Para facilitar la administración del sacramento, todo sacerdote puede llevar consigo el óleo bendito.

SUJETO DEL SACRAMENTO DE LA UNCION DE LOS ENFERMOS

Se puede administrar la unción de los enfermos al fiel que, habiendo llegado al uso de razón, comienza a estar en peligro por enfermedad o vejez (CIC, c. 1004 & 1; Catecismo, n. 1514).

Ha habido una cierta evolución en la praxis de este sacramento, porque ahora basta que un fiel comience a estar en peligro, no que está a punto de morir. La Constitución Sacram Unctionem Infirmorum del 30-XII-1972 dice que este sacramento se confiere a los que sufren una enfermedad peligrosa.

Para juzgar la gravedad de la enfermedad, basta con tener un dictamen prudente y probable de peligro de muerte, aunque no sea necesariamente inminente el desenlace.

Las condiciones que ha de reunir el sujeto son:
a) estar bautizado.
b) haber llegado al uso de razón.
c) tener intención de recibirlo y
d) peligro de muerte por enfermedad o vejez.


Quien vaya a recibir el sacramento, como en el caso de todos los demás, debe estar bautizado. 

Rostro alegre de los enfermos, fortalece



La humildad de ponerse de rodillas para la confesión

Una enfermedad que es llevado con alegría
Preparando el almuerzo para los enfermos
La misa con los enfermos


Agradecemos a la pastoral de la salud, por el esfuerzo de preparar los alimentos a los enfermos y por la disponibilidad de salir a las visitas, Dios les bendiga siempre.

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