No hago nada malo
Afirmar que no se ha hecho
nada malo porque no se ha matado a nadie
demuestra una terrible superficialidad y una desgana total de mirar seriamente
dentro de sí.
Quien está de veras en
comunión con Dios se siente pecador, imperfecto y necesitado de misericordia y
perdón. Hay que tener presente que existe también el pecado de omisión, que se comete cuando se deja de hacer lo que es
preciso o posible hacer.
Si
no cambia nada ¿por qué confesarse?
Si después de la Confesión
no cambia nada, no depende del sacramento recibido, sino de la superficialidad
de quien se ha acercado al sacramento sin preparación o sin
propósito.
Hay que aceptar que
nuestra debilidad nos lleva a veces a caer de nuevo en los pecados confesados, y seguir decididos
a luchar con todas nuestras fuerzas contra las tentaciones.
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