sábado, 28 de febrero de 2015

JESÚS NOS INVITA A SUBIR CON ÉL AL MONTE DE LA ORACIÓN

Concelebrando en este lugar Santo donde se dio la Transfiguración del Señor

Este domingo, el segundo de Cuaresma, se caracteriza por ser el domingo de la Transfiguración de Cristo. Durante la Cuaresma, la liturgia, después de habernos invitado a seguir a Jesús en el desierto, para afrontar y superar con él las tentaciones.


Nos propone ahora, a subir con él al «monte» de la oración, para contemplar en su rostro humano la luz gloriosa de Dios.

Los elementos esenciales son dos: en primer lugar, Jesús sube con sus discípulos Pedro, Santiago y Juan a un monte alto, y allí «se transfiguró delante de ellos», su rostro y sus vestidos irradiaron una luz brillante, mientras que junto a él aparecieron Moisés y Elías.

En segundo lugar, una nube envolvió la cumbre del monte y de ella salió una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, escuchadlo». La luz divina que resplandece en el rostro de Jesús, y la voz del Padre celestial que da testimonio de él y manda escucharlo.


Jesús quería que sus discípulos, de modo especial los que tendrían la responsabilidad de guiar a la Iglesia naciente, experimentaran directamente su gloria divina, para afrontar el escándalo de la cruz. En efecto, cuando llegue la hora de la traición y Jesús se retire a rezar a Getsemaní, tomará consigo a los mismos Pedro, Santiago y Juan, pidiéndoles que velen y oren con él. Ellos no lo lograrán, pero la gracia de Cristo los sostendrá y les ayudará a creer en la resurrección.

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