Verdadero amor |
Nuestra cultura ha
convertido al sexo en algo muy romántico y, en el proceso, lo ha tomado como
sinónimo de amor, por lo menos en la mentalidad popular. El mensaje impuesto en
películas, libros y en la cultura general, es que si una persona joven se
encuentra al compañero adecuado, escuchará música de violines, se encenderán
fuegos artificiales y la vida será perfecta. Si hemos de creer en la cultura
popular del último cuarto de siglo, todo lo que se necesita para encontrar la
felicidad es descubrir al joven o a la señorita. Correcto (a) e iniciar una
relación importante con esa persona.
Pero la infelicidad y la
frustración, evidentes en tantas relaciones románticas, desde la primera cita
de los adolescentes hasta el matrimonio a prueba de los adultos, indican que
esto no es así. En algún lugar del sendero, nuestro punto de vista de la
cultura del romance falló. En lugar de la felicidad para toda la vida, lo que
muchas personas muestran de su última relación duradera es un certificado de
divorcio y una herida en el alma. Muchos que han pasado por la triste
experiencia del divorcio o la separación, pudieron haberse evitado estas
heridas si tan sólo hubieran pensado en la naturaleza profundamente espiritual
de nuestra sexualidad y en su relación con la vocación al matrimonio.
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