"Dios es amor y vive en sí mismo un
misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen... Dios inscribe
en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y
de la comunión" (Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris
consortio sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual, 1981,
número 11).
"Dios creó el hombre a imagen suya...
hombre y mujer los creó" (Génesis 1, 27). "Creced y multiplicaos"
(Génesis 1, 28); "el día en que Dios creó al hombre, le hizo a imagen de
Dios. Los creó hombre y mujer, los bendijo.
La sexualidad abraza todos los aspectos de
la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne
particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera
más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.
Corresponde a cada uno, hombre y mujer,
reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad
físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y
al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja humana y de la
sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la
complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.
"Creando al hombre varón y mujer, Dios
da la dignidad personal de igual modo al hombre y a la mujer" (Familiaris consortio,
22; véase también Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes
sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, 1964, número 49). "El hombre
es una persona, y esto se aplica en la misma medida al hombre y a la mujer,
porque los dos fueron creados a imagen y semejanza de un Dios personal"
(Juan Pablo II, Carta pastoral Mulieris dignitatem sobre la dignidad y vocación
de la mujer, 1988, número 6).
Cada uno de los dos sexos es, con una
dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de
Dios. "El hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se
hacen una sola carne" (Génesis 2, 24). De esta unión proceden todas las
generaciones humanas.
Jesús vino a restaurar la creación en la
pureza de sus orígenes. En el Sermón de la Montaña interpreta de manera
rigurosa el plan de Dios: "Habéis oído que se dijo: “no cometerás
adulterio”. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya
cometió adulterio con ella en su corazón" (Mateo 5: 27-28).
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