Gran ejemplo |
De vez en cuando nos sentimos
invitado a reconocer nuestros pecados y a pedir perdón a Dios y a los hermanos,
a lo mejor porque se acerca alguna
solemnidad como la Cuaresma, Navidad o Pascua de Resurrección.
Otras veces, sin que nadie
nos lo recuerde, en nuestra misma conciencia nos lleva a la Confesión para
recibir el perdón de Dios.
Para reconocer nuestros
propios pecados hay que ser valientes y tener mucha fe en Dios. Para confesarlos
a veces se necesita todavía más valor. Y
sobre todo hay que saber cómo es verdaderamente el asunto.
Pecador me concibió mi madre dice el salmo |
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