Una espera de ocho años,
de sacrificio, cooperación mutua y la entrega de varios párrocos. Esta es la
historia de la iglesia de San Juan la Laguna, una construcción de piedra y un
altar precioso para el Señor.
Una mañana de mucha
alegría para nuestros hermanos juaneros (as) esperando el momento especial de
la Dedicación de la Iglesia y la Consagración del Altar, mientras se cantaba el
Salmo 121 “Que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor”.
Jerusalén
está fundada como ciudad
bien
compacta.
Allá
suben las tribus,
las
tribus del Señor.
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