¿No es verdad que en
cuanto dejas de tener miedo a la Cruz, a eso que la gente llama cruz, cuando
pones tu voluntad en aceptar la voluntad divina, eres feliz, y se pasan todas
las preocupaciones, los sufrimientos físicos o morales?
Es verdaderamente suave y
amable la Cruz de Jesús. Ahí no cuentan las penas, sólo la alegría de saberse
corredentores con El.
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