viernes, 4 de marzo de 2022

¿CÓMO CONSEGUIR QUE UN ADOLESCENTE ESCUCHE A SUS PADRES Y LES HAGA CASO? UN PSIQUIATRA PROPONE UNA SOLUCIÓN



En la adolescencia se da un componente -incluso biológico- de rebeldía, que hace que para muchos padres se convierta en una época difícil de gestionar. 

Es todo un reto hablar con joven o señorita de 12, 14, 16 años que «de la noche a la mañana han pasado de admirarte a ignorarte o incluso peor, a odiarte como si fueras el enemigo». 

Ayer eran dulces y cariñosos y ahora ojo con acercarte. «No atienden a razones, se encierran en su cuarto, quieren desconectar de todo menos del móvil, de la música y los amigos. Hay que perseguirlos para que hagan las tareas de casa». ¿Te suena? S.O.S. 

Cuando ocurre esto, ¿qué podemos hacer con los adolescentes, cuando se encuentran en un momento en que los padres ven que hay necesidad de corregirlos y orientarlos en su comportamiento pero ellos lo toman como una agresión? «¿Cómo le digo a mi hijo de 16 años que ordene su habitación o que ha de mejorar en el estudio porque se ha vuelto vago? Pierde el tiempo, se pelea con su hermano». 

¿Qué dicen los expertos acerca de la educación de los adolescentes? ¿Cómo lograr que un adolescente cambie? 

El psiquiatra Luis Gutiérrez Rojas dio la respuesta en un encuentro digital con el diario ABC. Explicó: 

«No hay una varita mágica para saberlo, pero lo cierto es que para alcanzar la felicidad y estabilidad en la vida es necesario aceptarse a sí mismo, tal y como es. ¿Y cómo podemos hacer eso? La mejor manera de conseguir que una persona (hijo, marido, esposa…) cambie no es diciéndole «tienes que cambiar, tienes que hacer esto o lo otro». Eso -añadió- sirve de poco.» 

El truco 

En opinión de este médico, que acaba de publicar el muy recomendable libro «La belleza de vivir. Todos los problemas tienen solución», en el que trata este y otros muchos temas, «el truco está en decir a la gente cómo es; es decir, qué ventajas e inconvenientes tiene su comportamiento.» 

Más que en dar lecciones teóricas sobre cómo deberían comportarse o decirles que todo lo hacen mal, el psiquiatra anima a los padres y educadores (y en definitiva a todos) a plantear de otro modo el mensaje: es preferible hacer descubrir a la persona cómo es. Porque tal vez no se haya percatado de ello, o ahora lo empiece a ver de forma más clara porque ve las consecuencias de su comportamiento. 

«Cuando uno -dijo Gutiérrez Rojas- cae en la cuenta y percibe realmente qué le perjudica, tiene un punto de inflexión. Se da cuenta de que le conviene cambiar…, pero muchas veces no se sabe cómo hacerlo y puede pedir ayuda.» 

Que conozca sus puntos fuertes 

Y añadió: «Por tanto, no se trata tanto de sermonear como de preguntar «¿oye, tú qué crees?, ¿qué te cuesta?, ¿cómo lo harías?». Es una forma de lograr que la gente se quiera y no esté todo el tiempo señalando lo malo, algo muy propio de los padres con sus hijos. Cuando una persona sabe cuáles son sus puntos fuertes, gana en autoestima y tiene muchas más capacidades para enfrentarse a la vida.» 


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