Para muchos el matrimonio es causa de ilusión, pero puede ser también causa de preocupación, incluso de cierto temor. Viendo en la actualidad tantas parejas que se casan y al poco tiempo se separan, uno podría preguntarse: ¿Qué garantías tengo de que esto no me ocurra también a mí? ¿Es posible realmente asumir un compromiso como el matrimonio, que es para toda la vida?
Frente a esto, sería un error pensar que, para que el matrimonio no se acabe rápido, el mutuo «sí» que la pareja se da en el momento de la celebración tiene que ser lo suficientemente potente e intenso para que sus efectos duren toda la vida. Sería un error, pues una pareja difícilmente permanecerá junta si busca sostener su matrimonio únicamente en atención a un compromiso hecho en el pasado.
Para aclarar esta idea, me gustaría plantear dos aspectos de lo que implica el compromiso de estar con la otra persona toda la vida.
Una decisión que se renueva todos los días
En el matrimonio, uno elige a la otra persona, asumiendo un compromiso definitivo con ella. Pero en realidad, cuando uno se compromete a estar con la otra persona hasta la muerte, se está comprometiendo a renovar esa elección que hace el día de su matrimonio todos los días.
Es decir, el compromiso hecho para toda la vida no está llamado a vivirse como una pesada cadena que uno tiene que llevar agónicamente. Todo lo contrario, se trata de un compromiso que ayuda a ambos a vivir en el matrimonio con la tranquilidad de saber que, pase lo que pase, ambos se van a volver a elegir. Nótese como, en la medida que elegirse, es algo que sí está en control de cada uno. Es un compromiso que realmente está en poder de ambos mantener.
Los esposos están llamados a elegirse todos los días renovando cada día el amor que los une. A eso se comprometen al prometerse un amor para toda la vida. Y este compromiso permite experimentar esa paz que viene del hecho de saber que «aquí es», que «mi lugar es aquí, junto a la otra persona», y eso los ayuda a ambos a vivir el matrimonio con una mayor libertad. Por el contrario, el matrimonio empieza a estar en peligro el día que cada uno se despierta y deja de elegir nuevamente a la otra persona.
Próximamente segunda parte...
Fuente: Catholic link
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