miércoles, 2 de marzo de 2022

TENGAN CUIDADO DE NO PRACTICAR SUS OBRAS DE PIEDAD DELANTE DE LOS HOMBRES PARA QUE LOS VEAN

© Thays Orrico


Hoy comenzamos nuestro itinerario hacia la Pascua, y el Evangelio nos recuerda los deberes fundamentales del cristiano, no sólo como preparación hacia un tiempo litúrgico, sino en preparación hacia la Pascua Eterna: 

Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

El cuidado del que nos habla Jesús consiste en vivir conforme a los principios evangélicos, sin olvidar que si nuestra justicia no supera la justicia de los doctores de la ley y de los fariseos, no entraremos en el Reino de los cielos. La justicia nos lleva al amor, manifestado en la limosna y en obras de misericordia: «Cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,3). 

No es que se deban ocultar las obras buenas, sino que no debe pensarse en la alabanza humana al hacerlas, ni desear algún otro bien. En otras palabras, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de estar haciendo una cosa buena que merece una recompensa por parte de Dios y elogio por parte de los hombres. 

Benedicto XVI insistía en que socorrer a los necesitados es un deber de justicia, aun antes que un acto de caridad: «La caridad va más allá de la justicia, pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es "suyo", lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar». 

No debemos olvidar que no somos propietarios absolutos de los bienes que poseemos, sino administradores. Cristo nos ha enseñado que la auténtica caridad es aquella que no se limita a "dar" la limosna, sino que lleva a "darse" uno mismo, a ofrecerse a Dios como culto espiritual (cf. Rom 12,1). 

Ése sería el verdadero gesto de justicia y caridad cristiana, «y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4). 

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