Como nos hemos fijado
durante una buena parte de este siglo, teólogos, canonistas y antropólogos se
han visto envueltos en un vigoroso debate acerca de los fines del matrimonio y
sin dudar de su propia naturaleza. Por una parte estaba la comprensión
tradicional, frecuentemente es llamada «procreativa» o «institucional» y es la que presentaba los fines del
matrimonio de acuerdo con una clara jerarquía, como bien sabemos, el fin
primario es la procreación y dos
fines secundarios la ayuda mutua y el
remedio de la concupiscencia. Por otro lado, ha aparecido una nueva visión,
que sin negar la importancia de la procreación, quería que se concediera al
menos, igual status a otros valores personalistas que unen marido mujer; el
amor mutuo, la unión conyugal, en su aspecto espiritual, y no sólo físico.
La compresión
tradicional, estudia el matrimonio en
virtud de su fin primario y sus propiedades esenciales de unidad e
indisolubilidad fueron comprendidas y explicadas principalmente en función de
este fin. En cuanto a los fines secundarios, el tratamiento fue muy sumario. Se
consideraban que el aspecto de ayuda mutua abarcaba sencillamente el sostén y
el consuelo que los cónyuges podían darse, en las vicisitudes de esta vida, y
de manera esencial en la vejez. El remedio
de la concupiscencia fue considerado por los medievales, en general, como
otro fin secundario del matrimonio, añadido, después de la caída, en un tipo de
segunda institución, para compensar una tendencia poderosa hacia el pecado que
ya caracterizaba la conducción humana.
Podemos decir que en los
últimos cien años han aparecido una serie de opiniones según las cuales tienen
una visión de los fines del matrimonio que se centra de una forma demasiado
exclusiva en la función procreativa, relegando a la periferia aspectos que la
mayor parte de las personas (los casados) considerarían como estando al centro
de la relación conyugal: el amor entre el hombre y la mujer como el motivo
principal que el matrimonio parece ofrecer, los valores humanos que se iban
atribuyendo a la sexualidad física. Sin lugar a duda la literatura romántica
moderna y también las nuevas ciencias psicológicas, tuvieron su impacto en el
desarrollo de estas ideas, otros pensadores imponían sus ideas personales o sus
famosos “opiniones” sobre el matrimonio.
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