sábado, 14 de marzo de 2015

DOMINGO DE LA ALEGRÍA


Dios mantiene su oferta de vida y de salvación a pesar del historial de pecado que cada criatura humana tiene. Mirar a la Cruz como los israelitas en el desierto miraban la serpiente de bronce, símbolo de Ella, y quedaban curados de la mordedura del mal, es tropezarse con la prueba evidente del perdón de Dios y de su salvación prometida.

Jesús murió en la Cruz por nuestros pecados y éste debe ser un motivo de consuelo cuando la conciencia, al recordarnos las ocasiones en que le hemos ofendido, abra paso a una inquietud mala.

La Iglesia invita al cristiano a alegrarse en la Cruz de Cristo porque de ahí brota “nuestra salvación, vida y resurrección”. ¡La Santa Cruz, ahí está el testimonio más facundo y apasionante del amor que Dios siente por el hombre! Este amor de Dios, inmenso y loco, que no se detiene ante la muerte. El sacrificio que todo amor comporta es la sal de esta vida. 

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