Muchos dicen; “Confesarme
no sirve de nada, sigo cometiendo los pecados que confieso”. El desánimo puede hacer que pienses:
«es lo mismo si me confieso o no, total, nada cambia, todo sigue igual». No es
verdad.
El hecho de que uno se ensucie, no hace concluir que es inútil
bañarse. Alguien que se baña todos los días, se ensucia igual todos los días.
Pero gracias a que se baña, no va acumulando mugre, y puede lucir limpio.
Lo mismo pasa con la confesión. Si hay lucha, aunque uno caiga,
el hecho de ir sacando de encima los pecados y hace que sea mejor. Es mejor
pedir perdón, que no pedirlo. Pedirlo nos hace mejores.
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