Un gran hombre demuestra
su grandeza por la forma en que trata a los pequeños. ¡El ingenio de una hormiga!
Hace un tiempo me puse a
observar detenidamente la vida de las hormigas, y confieso que quede asombrado
al verlas trabajar con tanto orden y empeño.
Pero una hormiga en
particular atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga
llevaba como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma.
Después de avanzar casi un
metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero
profunda, formada entre dos grandes piedras.
Probó cruzar de una manera
y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la
hormiguita hizo lo insólito.
Con toda habilidad apoyó
los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó
su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo.
Al llegar al otro lado,
tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo convertir
su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido
esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su
camino.
¿Captamos
la moraleja?
¡Cuántas veces nos
quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar! Pero
sin darnos cuenta, esas mismas cargas -bien tomadas- pueden convertirse en
puentes y peldaños que nos ayudan a triunfar.
Con frecuencia
debemos padecer males para disfrutar luego de los bienes mayores; que debemos
llevar con valor nuestras cargas para luego convertirlas en puentes de éxito y
prosperidad.
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