No será fácil, porque no
lo es, pero no hay que dejarse llevar por planteamientos fatalistas, ni
siquiera en los casos en que las tendencias homosexuales son intensas y están
muy arraigadas. La idea de que el homosexual no puede cambiar suele responder
más a una reivindicación de grupo que a una realidad orgánica o fisiológica.
La medicina ha avanzado
mucho, y hay abundante experiencia clínica de que la homosexualidad se puede
superar con una terapia adecuada. Así lo asegura, por ejemplo, el psicólogo
holandés Gerard van der Aardweg, sobre la base de una experiencia clínica de
veinte años de estudios sobre la homosexualidad.
Aardweg insiste en que el
homosexual tiene también instintos heterosexuales, pero que suelen ser
bloqueados por su convencimiento homosexual. Por eso, la mayor parte de los
pacientes que lo desean verdaderamente y se esfuerzan con perseverancia,
mejoran en uno o dos años, y poco a poco disminuyen o desaparecen sus
obsesiones homosexuales, aumentan su alegría de vivir y su sensación general de
bienestar. Algunos acaban por ser totalmente heterosexuales; otros padecen
episódicas atracciones homosexuales, que son cada vez menos frecuentes conforme
toma fuerza en ellos una afectividad heterosexual.
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