sábado, 1 de octubre de 2016

¡SEÑOR AUMÉNTANOS LA FE!


Hoy, el pasaje del Evangelio comienza así: “Los apóstoles le dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. Me parece que todos nosotros podemos hacer nuestra esta invocación. También nosotros, como los Apóstoles, digamos al Señor Jesús: “Auméntanos la fe”. Sí, Señor, nuestra fe es pequeña, nuestra fe es débil, frágil, pero te la ofrecemos, así como es, para que Tú la hagas crecer.

Y, ¿qué nos responde el Señor?: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a este árbol: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y les obedecería”. La semilla de la mostaza es pequeñísima, pero Jesús dice que basta tener una fe así, pequeña, pero auténtica, sincera, para hacer cosas humanamente imposibles, impensables.

¡Y es verdad! Todos conocemos a personas sencillas, humildes, pero con una fe muy firme, que de verdad mueven montañas. Pensemos, por ejemplo, en algunas mamás y papás que afrontan situaciones muy difíciles; o en algunos enfermos, incluso gravísimos, que transmiten serenidad a quien va a visitarles. Estas personas, precisamente por su fe, no presumen de lo que hacen, es más, como pide Jesús en el Evangelio, dicen: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Cuánta gente entre nosotros tiene esta fe fuerte, humilde, que hace tanto bien.

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