— ¿Te puedo pedir una cosa?
- Sí, dime.
—No te acostumbres a mí.
-¿Cómo así?
-Que no te acostumbres a mí,
ni a mi risa, ni a mi hiperactividad, a mi olor, ni a mis risas atemporales, ni
a mis besos. No te acostumbres a que me cuentes tus cosas ni que te escuche con
atención. No te acostumbres a cómo te miro o te dejo de mirar, ni te
acostumbres ni a mi rabia ni mis celos irracionales, ni a reírte de las cosas
que te digo.
-¿Y eso a que viene?
- A nada, simplemente que
algún día me cansare y me iré y echarás de menos esas cosas a las que estas
ahora acostumbrado y no valoras."
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