Hoy el Evangelio nos
presenta el acontecimiento de la Transfiguración. Es la segunda etapa del
camino cuaresmal: la primera, las tentaciones en el desierto, el domingo
pasado; la segunda: la Transfiguración. Jesús «tomó consigo a Pedro, a Santiago
y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto» (Mt 17, 1). La
montaña en la Biblia representa el lugar de la cercanía con Dios y del
encuentro íntimo con Él; el sitio de la oración, para estar en presencia del
Señor.
Allí
arriba, en el monte, Jesús se muestra a los tres discípulos transfigurado,
luminoso, bellísimo; y luego aparecen Moisés y Elías, que conversan con Él. Su
rostro estaba tan resplandeciente y sus vestiduras tan cándidas, que Pedro
quedó iluminado, en tal medida que quería permanecer allí, casi deteniendo ese
momento. Inmediatamente resuena desde lo alto la voz del Padre que proclama a
Jesús su Hijo predilecto, diciendo: «Escuchadlo». ¡Esta palabra es
importante! Nuestro Padre que dijo a los apóstoles, y también a nosotros:
«Escuchad a Jesús, porque es mi Hijo predilecto». Mantengamos esta semana esta
palabra en la cabeza y en el corazón: «Escuchad a Jesús». Y esto no lo dice el
padrecito, lo dice Dios Padre, a todos: a mí, a ustedes, a todos. Es como una
ayuda para ir adelante por el camino de la Cuaresma. «Escuchad a Jesús».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.