El hombre es el único ser que todo lo
tiene que aprender. A pocas semanas de nacer, el pato nada, el pájaro vuela,
los gatos salen a cazar. A los quince minutos de nacer la llama se pone de pie,
no necesitan aprender a nada, caminar, volar o cazar.
La paciencia |
No sucede así con el hombre: cuando
nace es el ser más desvalido de la creación, todo lo tiene que aprender. Otros
se lo tienen que enseñar; primero a andar, luego, a hablar; más tarde, a pensar
y educarse.
Aprende usando la inteligencia, en
lugar del instinto como los animales. Pero usar la inteligencia supone riesgos,
y seguro que muchas veces, se va a equivocar antes de aceptar. No es un arte de
magia sino supone paciencia y la paciencia significa, esfuerzo, orden y
dedicación para controlarse en los momentos contradictorios en la vida.
Para ello necesitamos que los deseos
se conviertan en convicciones, que las convicciones se convierten en
decisiones. Y las decisiones deben conducirnos a reordenar nuestra actividad y
dejar espacio para la práctica diaria de la oración.
Aprender a andar |
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