La renovación de la Iglesia pasa también a través
del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en
el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor
Jesús nos dejó.
Por eso, también hoy es necesario
un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para
redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar
la fe. la fe, crece cuando se
vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de
gracia y gozo.
Profesar con la boca indica, a su
vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público. El cristiano no puede
pensar nunca que creer es un hecho privado.
Por la fe, hombres y mujeres de
toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida (cf. Ap 7, 9; 13, 8), han confesado a lo largo de los
siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio
de su ser cristianos: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño
de los carismas y ministerios que se les confiaban.
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