María
es aquella Mujer prometida en el paraíso; la Mujer de las bodas de Caná; la
Mujer del Calvario; la Mujer del Apocalipsis; la que reúne en torno suyo a sus
hijos para orar, preparando así la venida del Espíritu Santo. Ella ha
introducido lo humano en el Reino de los Cielos el día de la Ascensión de su
Hijo. Ella misma fue llevada en cuerpo y alma a los cielos con gran alegría de
los ángeles.
Hagamos
nuestras estas palabras de Juan Pablo II: ¡Salve, María! Pronuncio con inmenso
amor y reverencia estas palabras, tan sencillas y a la vez tan maravillosas.
Nadie podrá saludarte nunca de un modo mejor que como lo hizo un día el
Arcángel en el momento de la Anunciación...son las palabras con las que Dios
mismo, a través de un mensajero, te ha saludado a Ti, la Mujer prometida en el
Edén, y desde la eternidad elegida como Madre del Verbo”.
Es una
gran cosa que el año comience con esta Solemnidad que nos habla del comienzo,
gracias a María, de una vida nueva en Jesucristo. Toda una invitación a vivir
con una fe y un amor nuevo, más vibrante, el año que hoy estrenamos.
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