jueves, 21 de enero de 2016

RESUMEN DE LA VIDA, DE UN GRAN AMIGO II

Algunas complicaciones

El 15 de julio se le practicó el trasplante de médula ósea en el policlínico Tor Vergata, pero a continuación surgieron complicaciones que finalmente no consiguió superar. El Padre Lee afrontó este tiempo con gran sentido sobrenatural, abandonado en la voluntad de Dios. Deseó siempre su curación para seguir sirviendo a las almas a través del ministerio sacerdotal.

Durante estos meses de enfermedad, el Padre Lee fue visitado por muchos sacerdotes, que le acompañaron en los diversos períodos en los que permaneció hospitalizado. El 9 de agosto recibió muchas felicitaciones en el séptimo aniversario de su ordenación sacerdotal. El personal sanitario de los dos hospitales donde estuvo ingresado se quedó removido al contemplar el espíritu con el que afrontaba la enfermedad; antes de fallecer, le pidieron su bendición.

Han sido verdaderamente muchas las personas que han rezado por él en estos meses; a todos les agradecemos su oración y su afecto. Al conocer la noticia del fallecimiento del Padre Lee, el Gran Canciller de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, rezó un responso por su alma. También manifestó, entre otras cosas, que el Padre Lee fue un sacerdote muy bueno, que había sufrido mucho y que se sentía muy unido a todos sus seres queridos.

Carta de monseñor Jorge C. Patrón

El secretario para los seminarios de la Congregación para el Clero, monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, envió el 4 de septiembre una carta muy afectuosa al Colegio, que ahora reproducimos:

“De corazón y con mis oraciones me uno a este momento de luto que está viviendo la comunidad formativa del Colegio Sacerdotal Tiberino.

Sé que para los hermanos sacerdotes que pudieron estar cerca del padre Lee Perén durante sus difíciles meses de enfermedad, ha sido una experiencia, como aquella de Simón de Cirene, de ayudar a cargar la cruz, sintiendo en los propios hombros el dolor y la limitación humana. Jesús también ha estado al lado de Lee, y ahora lo toma en sus brazos para presentarlo al Padre Misericordioso. Estos meses de enfermedad se constituyen en fuentes de bendición para la Iglesia, especialmente para los sacerdotes que estuvieron a su lado.

Quiero expresarle a sus familiares, especialmente a su querido padre, el señor Agripino, a su querida hermana, Berta, y a sus demás hermanos y familiares, mi cercanía y mi oración, para que, en estos momentos de separación humana, sientan la cercanía espiritual de su hijo y hermano, quien desde el cielo intercederá por ustedes. Imploro la protección maternal de María Santísima sobre cada uno de ustedes, para que en estos momentos reciban consuelo y fortaleza.

A S.E. Mons. Gonzalo de Villa y Vásquez y al presbiterio de la diócesis de Sololá, los acompaño con mi oración, pidiendo al Dueño de la mies que reciba las buenas obras que en esta tierra pudo hacer el padre Perén, y que ahora desde el Cielo continúe su misión sacerdotal intercediendo por esta Iglesia particular, para que no falten en ella muchas y santas vocaciones. Fraternalmente en el Señor”.


El 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen María, se celebró la Misa de exequias por el eterno descanso de D. Lee en la basílica de San Apolinar, contigua a la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Estuvieron presentes su padre Agripino, su tía Berta, el cónsul de Guatemala en Roma, así como sacerdotes –algunos de ellos profesores de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz–, religiosas y fieles laicos. Al día siguiente, los restos mortales del Padre Lee emprendieron el viaje de regreso a Guatemala. A su llegada, después de ser velado una noche en el seminario menor de la diócesis, el obispo de Sololá-Chimaltenango celebró la Eucaristía en la catedral.

Fuente; carfundacion.es

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