Por amor a Sión no me
callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella
esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha.
Entonces las naciones
verán tu justicia, y tu gloria todos los reyes. Te llamarán con un nombre
nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona de gloria en la mano del
Señor y diadema real en la palma de su mano.
Ya no te llamarán “Abandonada”,
ni a tu tierra, “Desolada”; a ti te llamarán “Mi complacencia” y a tu tierra, “Desposada”,
porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra.
Como un joven se
desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; como el esposo se
alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo
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