“¿Dónde está el Rey de los judíos que
ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Ésta es
la razón que dan aquellos Magos para justificar el largo y penoso camino que
emprendieron abandonando la serena ocupación de todos los días. La misma razón
que conduce a tantas y tantos a dejarlo todo por el Señor. Y es igualmente la
razón del caminar cristiano abandonando la tranquilidad de las cosas y buscar
al Señor.
Pero a veces la estrella, como a los
Magos, se oculta, y las sombras de la noche ocultan el camino. En esas horas,
siempre hay quien puede ayudarnos porque el camino está ahí. Pero también hay
quienes, aprovechando la oscuridad, engañan al viajero, como Herodes con su
información interesada.
¡Cuántas veces, y por diversos
motivos, la estrella que guiaba nuestros pasos se oculta y la oscuridad nos
envuelve. La ilusión y el entusiasmo con que se inició un proyecto se esfuman.
Un ejemplo. Se casaron. Él y ella decían que no había en el firmamento una
estrella más hermosa. Todos decían que parecía que habían nacido el uno para el
otro. Hubo años de intensa felicidad. Hoy arrastran una existencia debilitada y
piensan que se equivocaron de pareja. ¿Cómo puede ser que lo que ayer era luz y
entusiasmo hoy sea oscuridad y decepción? Y otro tanto sucede con la profesión,
las aficiones preferidas, los compromisos adquiridos, y también en la vida
espiritual. Somos así. Al amanecer vemos claro, al mediodía dudamos y al
atardecer todo parece oscuro.
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