Con este domingo después
de la Epifanía concluye el Tiempo litúrgico de Navidad: tiempo de luz, la luz de
Cristo que, como nuevo sol aparecido en el horizonte de la humanidad, dispersa las
tinieblas del mal y de la ignorancia. Celebramos hoy la fiesta del Bautismo de Jesús:
aquel Niño, hijo de la Virgen, a quien hemos contemplado en el misterio de su nacimiento,
le vemos hoy adulto entrar en las aguas del río Jordán y santificar así todas las
aguas y el cosmos entero —como evidencia la tradición oriental. Pero ¿por qué Jesús,
en quien no había sombra de pecado, fue a que Juan le bautizara?
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