El Evangelio que
hemos escuchado, es lo que sigue después de las Bienaventuranzas que escuchamos
el domingo pasado, Jesús nos dice a nosotros sus discípulos: «ustedes son la
sal de la tierra... ustedes son la luz del mundo».
Esto nos maravilla un
poco si pensamos en quienes tenía Jesús delante cuando decía estas palabras.
¿Quiénes eran esos discípulos? Eran pescadores, gente sencilla, si son mansos,
puros de corazón, misericordiosos... serán la sal de la tierra y la luz del
mundo.
Para comprender mejor
estas imágenes de sal y luz, tengamos presente que la Ley judía prescribía
poner un poco de sal sobre cada ofrenda presentada a Dios, como signo de
alianza. La luz, para Israel, era el símbolo de la revelación mesiánica que
triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel,
reciben, por lo tanto, una misión con respecto a todos los hombres: con la fe y
la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad.
Todos nosotros, los
bautizados, somos discípulos misioneros y estamos llamados a ser en el mundo un
Evangelio viviente: con una vida santa daremos «sabor» a los distintos
ambientes y los defenderemos de la corrupción, como lo hace la sal; y
llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad legítima. Pero si
nosotros, los cristianos, perdemos el sabor y apagamos nuestra presencia de sal
y de luz, perdemos la eficacia.
Todos estamos
llamados a ser sal y luz. Jesús mismo fue “sal” durante treinta años de vida
oculta en Nazaret. Dicen que san Luis Gonzaga, mientras jugaba se le preguntó,
qué haría si supiera que al cabo de pocos momentos habría de morir, contestó:
«Continuaría jugando». Y tú ¿qué harías? Pues hacer la vida normal de cada día,
haciendo la vida agradable a la familia, a los compañeros de trabajo. No ser un
martirio para ellos.
Cuando decimos que estamos
llamados a ser luz es cuando profesamos nuestra fe, y más en los momentos más difíciles,
muchas veces solo con el hecho de venir a misa ya es un motivo de burla para algunos
miembros de la familia, esto es lo que significa ser Luz, estas brillando ante
la obscuridad de ellos. Y la luz siempre se ve; aunque sea muy pequeña. Una
lucecita puede cambiar una noche.
Pidamos los unos por
los otros al Señor para que sepamos ser siempre sal y luz. Que nuestro obrar brille
y de saber a este mundo insípido por el pecado. Que Nuestra Madre la Virgen
María interceda siempre por nosotros.
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