El mundo de hoy ha perdido
mucho el sentido cristiano de la vida. Por ello ya no se maravilla del hecho
formidable de traer al mundo a un nuevo ser humano. Hoy, el mundo dice que la
vida no es importante. ¿Por qué? Porque se piensa que la vida es sólo para
comer, dormir, trabajar, divertirse. No se cree en la vida eterna. Entonces, si
se cree que después no habrá nada, nada vale la vida hoy. El mundo de hoy
tampoco comprende las siguientes palabras de Jesús: “La mujer que ha dado a luz
está gozosa, por la alegría que tiene de haber traído al mundo un hombre” (Jn
16, 21).
¿Por qué existe la
mentalidad anti-vida?
Precisamente porque los
hombres de hoy ya no saben para qué se vive: para alcanzar la vida eterna. Esta
mentalidad nos dice: “¡Que importa la vida si termina con la muerte! Mejor
dediquémonos a disfrutar esta vida en el placer y la comodidad.
Al olvidarse que la vida es
para alcanzar la vida eterna, que es lo que sabemos los cristianos, habrá
desprecio a tener hijos. Lo único que ha de importar es el placer y la comodidad.
¿Para qué tener hijos? Son sólo un estorbo. Vivamos mejor las relaciones
sexuales por puro placer, sin la responsabilidad de tener hijos.
En el mundo actual también
se manejan otro tipo de valores como el dinero y el poder. Se piensa que
alguien es mejor porque tiene más dinero o mejor puesto. Se dice que alguien
triunfa en la vida si logra hacer dinero y vivir bien. Muchas veces, sin
importar lo que ha tenido que hacer para lograrlo, ya sea matar, robar,
engañar, o simplemente hacer a un lado las necesidades de los demás para pensar
en uno mismo, etc.
Se han dejado a un lado
valores importantísimos, como el respeto a la vida y a su origen, el respeto a
la familia y a la persona misma, sin importar lo que posee.
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