miércoles, 1 de febrero de 2017

NO PODEMOS REDUCIR A DIOS A NUESTRO MODO DE SER


Si un niño puede entender esto, ¿por qué nosotros no?

Un día, una niña de 6 años estaba en su salón de clases.
La maestra iba a explicar la evolución a los niños. 
Entonces le pregunta a un niño:

Tommy, ¿ves ese árbol allá fuera?
Sí, Maestra.

Tommy, ¿ves el pasto allá afuera?
Sí, lo veo maestra.

Tommy, ve asómate, mira hacia arriba y dime si puedes ver el cielo.
Muy bien maestra (Volvió al cabo de unos minutos). Sí, vi el cielo.

Tommy ¿Viste a Dios?
No, maestra.

Y dice la maestra: Ese es mi punto. No podemos ver a Dios porque no está ahí. Él no existe.

Entonces una pequeña niña interrumpe y pidió permiso para hacerle unas preguntas  al niño. La maestra aceptó y la niñita preguntó:

- Tommy, ¿ves ese árbol allá fuera?
- Sí, dijo Tommy.

- Tommy, ¿ves el pasto allá afuera?
- Síííííííííí... dijo Tommy (Cansado de todas esas preguntas)

- ¿Ves el cielo?
 - Síííííííííí... dijo Tommy de nuevo.

- Tommy, ¿ves a la maestra?
- Sí...

- ¿Ves su cerebro?
- No… dijo Tommy.

Dijo la Niña: Entonces, según lo que hemos aprendido hoy con la maestra, ¡ella no tiene cerebro!

MORALEJA: No podemos reducir a Dios a nuestro modo de ver.


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