Como
el matrimonio es la imagen de la unión entre Dios y su Iglesia, Cristo es su
modelo. Sin embargo, en la sociedad actual estamos constantemente bombardeados
con imágenes falsas sobre el matrimonio. Libros, películas, series de televisión
románticas etc. crean una propaganda sensacionalista de la pasión sexual que
tiene poco o nada que ver con el concepto cristiano de amor y matrimonio.
El verdadero significado del sacramento
sólo puede ser dado por Jesucristo a través de su Iglesia. Es por eso que el
hombre y la mujer que planean casarse necesitan dedicar tiempo para la
reflexión y la preparación. Esta preparación requiere de una investigación
adecuada respecto al significado del amor en el plan de Dios para la vida
matrimonial.
Nuestra primera preparación para el
matrimonio —llamada preparación remota— se inicia en la niñez temprana cuando
empezamos a adquirir los valores esenciales de la vida humana y el desarrollo
básico de las virtudes humanas. De nuestros padres, familiares y maestros
recibimos una formación humana y espiritual. Esta educación continúa, en mayor
o menor medida, en la juventud, cuando empezamos a tomar pasos más concretos
hacia nuestras vidas de adultos en la sociedad.
La preparación próxima comprende un estudio
más específico para el sacramento. Es en este período cuando se requiere una
formación religiosa más específica. Se necesita y estudiar el matrimonio con
mayor profundidad, y además de los conceptos básicos hay que aprender lo que
debemos buscar en el futuro cónyuge. Esta etapa también requiere de cierto
"asentamiento" en una carrera o trabajo para poder sostener adecuadamente
a una familia.
Por último, la preparación inmediata tiene
lugar en los meses y semanas anteriores a la ceremonia matrimonial. Comprende
un estudio intenso y profundo del significado del matrimonio. También se
necesita la preparación práctica para la ceremonia del matrimonio y las
primeras semanas después del matrimonio. En la actualidad, el énfasis que se
pone en estas preparaciones prácticas (invitaciones, fiesta, etc.) con
frecuencia dejan a la pareja sin preparación para el viaje espiritual del
matrimonio. Si no preparan bien el viaje más importante de su vida, luego no
pueden sorprenderse si algo sale mal.
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