Encontramos un mensaje que hoy se necesita
en todas partes del mundo. El ser puro, y mantenerse puro, sólo se logra
pagando un precio: el de conocer a Dios y de amarlo lo suficiente para hacer su
voluntad.
El Señor siempre nos dará la fuerza que
necesitamos para guardar la pureza como algo hermoso para Dios. La
pureza es el fruto de la oración. Si los miembros de la familia oran juntos, se
mantendrán en unidad y pureza y se amarán los unos a los otros como Dios ama a
cada uno de ellos. Un corazón puro es el portador del amor de Dios, y donde hay
amor, hay unidad, gozo y paz.
La
Madre Teresa de Calcuta
noviembre
de 1995
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