Por primera vez, reciben la misericordia de Dios |
La
grandeza de la misericordia de Dios se pone particularmente de relieve ante la
consideración de la negatividad insondable del pecado. En efecto, la malicia
que supone el quebranto de la Voluntad divina por parte de la criatura, ofende
a la Majestad de Dios y alcanza por ello gravedad infinita. Sin embargo, es
Dios mismo quien ofrece su perdón, porque no desea la muerte del hombre sino
que se convierta de su camino y viva (Ez. 33, 11). Su inagotable misericordia
obra pacientemente con nosotros, no queriendo que algunos perezcan sino que
todos vengan a penitencia (I Pe. 3, 9).
Al
ofrecer su perdón, Dios pide a cambio una conversión en el interior del hombre,
un cambio de vida un retornar de nuevo hacia El: y es precisamente este
requerimiento divino lo que engloba el concepto de penitencia.
Y
los niños de la primera comunión por primera vez experimentan esta misericordia
de Dios, pedimos a Él que les conceda la perseverancia en su caminar cristiana.
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