Alguna
vez leí que uno de los grandes males de nuestro tiempo es el autodesprecio. Es
una mentira sutil y muchas veces convivimos con ella sin darnos cuenta pero
poco a poco se filtra también en nuestra relación con Dios y nos hace sentir
indignos de su amor. ¡Deja que Dios te ame!
Tus pecados no son más grandes que
el amor incondicional que Él te tiene. Ve hacia el corazón de Jesús y
pregúntale por qué te sigue amando a pesar de todo, ahí escucharás la clave
para renovar un sano amor por ti mismo.
Fuente; Catholic Link
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