Entre Dios y
nosotros: debemos
amar Dios más que a nosotros mismos, más que nuestra vida y nuestra salvación,
que hemos de querer y procurar porque con ella glorificaremos y amaremos a
Dios.
Entre nosotros
y el prójimo:
En igualdad de
órdenes, el hombre tiene la obligación de amarase a sí mismo más que a su
prójimo: el
amor que nos debemos a nosotros mismos es como el ejemplar y la regla del que
debemos al prójimo.
El hombre debe
amar más su propio bien sobrenatural que la del prójimo: No es
lícito cometer el más ligero pecado como pretexto de socorrer espiritualmente
al prójimo, tampoco, exponernos al pecado por amor al prójimo.
En desigualdad
de bienes, el bien sobrenatural prevalece sobre el bien natural: Es un
desorden anteponer nuestros intereses temporales (riquezas, comodidad) al bien
sobrenatural del prójimo. El bien sobrenatural del prójimo prevalece sobre le
bien natural de uno mismo. Incluso sobre la misma vida si depende de ello la
salvación del prójimo
Orden y
jerarquía entre los distintos prójimos según su excelencia y el grado de
proximidad a nosotros: En cuanto al amor de complacencia; los
más Santos deben ser los preferidos, en el de benevolencia; debemos preferir
los (parientes, amigos) y en el de beneficencia; atender a los más necesitados.
Entre los parientes; primero a nuestros padres, en el caso de un hombre casado;
primero a su esposa, a sus hijos, y luego a sus padres, hermanos.
Madre Teresa |