sábado, 6 de mayo de 2017

APRENDAMOS A ESCUCHAR LA VOZ DEL SEÑOR


“Yo soy el buen pastor, conozco a mis ovejas y las mías me conocen” Este día, llamado tradicionalmente el domingo del  “buen pastor”.

La imagen del pastor, es tan familiar al pueblo de Dios por ejemplo (unos pastores fueron los primeros a quienes se les comunicó la noticia de la llegada de Jesús a la tierra), y más adelante Jesús como el buen Maestro utiliza esta figura para recordar a sus discípulos, que el pastor conoce a sus ovejas y sus ovejas saben reconocer la voz de su pastor.

Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar, para conducir, para traer a la memoria constantemente el camino. Gracias a los pastores que Dios quiso tener en su rebaño nosotros somos hijos de Dios y pertenecemos al rebaño Él.

Los israelitas que escucharon el primer discurso misionero propiamente cristiano no se resistieron. El testimonio y la argumentación del apóstol Pedro ablandó sus corazones y con apertura se dispusieron a dejarse orientar por sus palabras. La respuesta del apóstol es sencilla, aunque, por otra parte, muy exigente.

La exhortación del apóstol pedía tres cosas: arrepentirse, bautizarse y confesar a Jesús como Mesías. Y como fruto de estas tres acciones, se recibirá la paz del Espíritu y el perdón de los pecados. Es aquí donde podemos recordar el mensaje del Evangelio que hemos escuchado. Jesús es el pastor, su palabra resuena a oídos de todos, pero sólo unos cuantos logran discernir y reconocer su voz. Tal como el mismo Señor Jesús lo aclara, él no ha venido para adueñarse de la libertad de sus ovejas, sino para favorecerla. La vida y la libertad de las personas son tan preciadas para él, que se decide a entregar por entero su vida.

“La Iglesia, es el redil y la puerta única y necesaria es Cristo. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan, guían a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, es la Cabeza de los pastores que dio su vida por todos.

Jesús el buen pastor, es como el buen padre, preocupado ante todo por el bien de cada hijo, que goza por tenerlos en casa rebosantes de salud y felices; salud y alegría que él mismo les ha conseguido con sus cuidados paternales. Con estos mismos afectos nos cuida el Señor.

Terminemos esta reflexión con las palabras del Salmo “El Señor es mi Pastor/ nada me falta...Tu bondad y tu misericordia me acompañan/ todos los días de mi vida/ y habitaré en la casa del Señor por años sin término”. María nuestra buena madre cuida siempre a los pastores de la Iglesia y de todo el rebaño de Dios.

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