sábado, 13 de mayo de 2017

EL TRECE DE MAYO LA VIRGEN...


En el año 1,917; en Portugal área rural, no es inusual el ver a los niños llevando a sus rebaños a pastorear. Esto es lo que los niños de la familia Marto y Santos, todos primos, hacían en estos días. Casi siempre eran Lucía Santos, Francisco Marto y su hermana Jacinta, los que con gusto tomaban esta responsabilidad, agradecidos por la suerte de estar al aire libre y de jugar mientras las ovejas pastoreaban en silencio.

Ellos llevaban a pequeños grupos de ovejas a pastorear en parcelas pertenecientes a sus padres en diferentes partes de la sierra, el altiplano en el que se encontraba el pueblecito de Fátima (donde se encontraba la Iglesia parroquial) y Aljustrel (donde vivían los niños). Dos miradores favoritos eran las colinas que miraban a Aljustrel, cerca de un campo llamado Loca do Cabeço (Lugar de la Cabeza) y la Cova da Iria (Ensenada de Irene) a una corta distancia de Fátima. En estos lugares ocurrieron las apariciones que cambiarían el curso de la vida de estos niños y de la historia del siglo XX.

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