En el año 1,917; en Portugal área rural, no es inusual el ver a los niños llevando a sus rebaños a pastorear. Esto
es lo que los niños de la familia Marto y Santos, todos primos, hacían en estos
días. Casi siempre eran Lucía Santos, Francisco Marto y su hermana Jacinta, los
que con gusto tomaban esta responsabilidad, agradecidos por la suerte de estar
al aire libre y de jugar mientras las ovejas pastoreaban en silencio.
Ellos llevaban a pequeños
grupos de ovejas a pastorear en parcelas pertenecientes a sus padres en
diferentes partes de la sierra, el altiplano en el que se encontraba el
pueblecito de Fátima (donde se encontraba la Iglesia parroquial) y Aljustrel
(donde vivían los niños). Dos miradores favoritos eran las colinas que miraban
a Aljustrel, cerca de un campo llamado Loca do Cabeço (Lugar de la Cabeza) y la
Cova da Iria (Ensenada de Irene) a una corta distancia de Fátima. En estos
lugares ocurrieron las apariciones que cambiarían el curso de la vida de estos
niños y de la historia del siglo XX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.