El Evangelio de san Lucas cuenta que
Dios envió al arcángel san Gabriel a Nazaret, manifestando a María que había
sido elegida para ser Madre de Dios. Muchos cuadros representan esta escena,
que llamamos la Anunciación.
La conversación entre el ángel y la Virgen acaba con esta
aceptación humilde y confiada: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí
según tu palabra” (Lucas 1,38). En aquel mismo instante se realizó la Encarnación del Verbo
en las purísimas entrañas de la Santísima Virgen , y nueve meses más tarde nacía
Jesús -verdadero Dios y verdadero hombre- en Belén.
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