El don más grande que Dios concedió a
María Santísima es el de ser su Madre. Y, por ser su madre, la llenó de gracia
y de extraordinarios privilegios. Queremos conocer muy bien a la Virgen y por eso conviene
saber lo que Dios ha hecho en Ella:
a) La Inmaculada
Concepción. Esta prerrogativa significa
directamente que la Virgen
no tuvo pecado original; desde el mismo instante de su concepción y en atención
a los méritos de su Hijo Jesucristo, Dios la preservó inmune de la culpa
original. Pero supone al mismo tiempo que Dios la dotó de santidad enteramente
singular, como lo expresó el arcángel san Gabriel al saludarla en el momento de
la Anunciación :
“Dios te salve, llena de gracias”
b) Fue siempre
virgen. Es también dogma de la fe católica que María fue siempre virgen; antes
de engendrar a Cristo, en el nacimiento y después de nacer. Por eso llamamos a
María “La Virgen ”.
c) La
Asunción. María está en el cuerpo y alma
en el cielo. Otro gran privilegio de María es que, después de terminar el curso
de esta vida, fue llevada en cuerpo y alma al cielo.
d) Otros
privilegios de la
Virgen. María es también Corredentora, pues fue asociada por
Cristo a la redención del género humano. Es la Reina y Señora de todo lo creado, como decimos en
el 5º. Misterio del Santo Rosario. Es Madre de la Iglesia y Medianera de
todas las gracias. Y, sobre todo, para nosotros es nuestra Madre.
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