El misterio de la Cruz
se encuadra en el marco general del proyecto de Dios y de la venida de Jesús al
mundo. El sentido de la creación está dado por su finalidad sobrenatural, que
consiste en la unión con Dios. Sin embargo, el pecado alteró profundamente el
orden de la creación; el hombre dejó de ver el mundo como una obra llena de
bondad, y lo convirtió en una realidad equívoca. Puso su esperanza en las
creaturas y se fijó como meta falsos fines terrenos.
La venida de Jesucristo
al mundo tiene como finalidad reimplantar en el mundo el proyecto de Dios y
conducirlo eficazmente a su destino de unión con Él. Para ello, Jesús,
verdadera Cabeza del género humano, asumió toda la realidad humana degradada
por el pecado, la hizo suya, y la ofreció filialmente al Padre. De este modo
Jesús restituyó a cada relación y situación humana su verdadero sentido, en
dependencia a Dios Padre.
Este sentido o fin de la
venida de Jesús se realiza con su vida entera, con cada uno de sus misterios,
en los que Jesús glorifica plenamente al Padre. Cada acontecimiento y cada
etapa de la vida de Cristo tiene una específica finalidad en orden a este
objetivo salvador.
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