En víspera de su fiesta
recordamos lo que fue; San Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y
sus sermones sirvieron de modelos de predicción para muchos oradores en los
siglos siguientes.
Nació cerca de Siena en
Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. El niño quedó huérfano de padre
y madre a los siete años. Dos tías se encargaron de su educación y lograron
formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y darle una educación muy completa.
Sus estudios de bachillerato los hizo con tal dedicación que obtuvo las mejores
notas.
Era muy simpático en el
trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que
empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para
que abandonara esa mala costumbre.
Era muy bien parecido y un
día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió
dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del
curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le
lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el
resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.
De joven se afilió a una
asociación piadosa llamada "Devotos de Nuestra Señora" que se
dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el
año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares
de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los
muertos, por temor a contagiarse.
Entonces Bernardino y sus compañeros de la
asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de
noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que
murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados. Y como por
milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero
cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que
estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó
mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la
santidad de su alma.
Cuando ya recobró otra vez
su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde
se dirigía les respondía: "Voy a visitar a una personita de la cual estoy
enamorado". La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus
tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde
había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.
En el año 1402 entró de
religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero
como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más
alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración
y la mortificación se fue santificando.
Nuestro santo nació el día
de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en
esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito
de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la
ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy
significativa esta santa fecha.
Los primeros 12 años de
sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado,
dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura
misión.
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