SANTA
MONICA
Madre de
San Agustín
(Año 332-
387)
La Iglesia celebra hoy a una Santa mujer ella es la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100
km de la ciudad de Cartago en el año 332.
Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres
dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un
buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano,
que no tenía gusto alguno por lo espiritual. La hizo sufrir muchísimo y por
treinta años ella tuvo que aguantar sus estallidos de ira ya que gritaba por el
menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar su mano contra ella.
Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría
y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por varias décadas.
En aquella región del norte de África donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero que nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: “Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues....no peleamos”.
Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa
y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedicará de
su tiempo a estos buenos oficios. Y quizás, el ejemplo de vida de su esposa
logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin
alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar,
y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse
demasiado en el hogar de su nuera le había amargado grandemente la vida a la
pobre Mónica. Un año después de su bautizo, Patricio murió, dejando a la pobre
viuda con el problema de su hijo mayor.
En el año 387, ocurrió la conversión de Agustín, se hizo instruir en la
religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar. Agustín,
ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en
África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había
conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su
hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al
mar, mientras madre e hijo admiraban el cielo estrellado y platicaban sobre las
alegrías venideras cuando llegaran al cielo, Mónica exclamó entusiasmada: “¿Y a
mí que más me amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el
verte cristiano”. Poco después le invadió una fiebre, que en pocos días se
agravó y le ocasionaron la muerte. Murió a los 55 años de edad del año 387. Aquí
Santa Mónica, intercedad por todas las mamás en el mundo entero.
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